Hemos visto que son muchos los tipos de accidentes de tráfico con colisión entre vehículos, sin embargo hay otros muchos elementos generadores de accidentes como rebufos y turbulencias, que hacen que perdamos el control sin darnos cuenta.
Estos dificultan gravemente la reconstrucción del accidente pues tenemos que demostrar cómo actúa una fuerza invisible y totalmente cambiante, de la que no dejan huellas que puedan servir como prueba. Sin embargo, son reales y causantes de muchos más accidentes de los que puedes pensar.
Producción de rebufos y turbulencias
Estos comportamientos del aire se produce, prácticamente siempre, por la presencia de un vehículo de gran envergadura en movimiento.
La proximidad al suelo, la forma de los vehículos, sus dimensiones y otros elementos son capaces de crear un campo de flujo alrededor de los distintos automóviles; estos campos pueden ser rebufos y turbulencias, o lo que es lo mismo:
- Un flujo laminar o rebufo: Se crean una serie de capas -o láminas, de ahí su nombre- uniformes que se deslizan unas sobre otras sin que exista un intercambio transversal entre ellas ni se dé una mezcla mascroscópica.
La velocidad de los fluidos es constante, rigiéndose el flujo laminar por la ley de la viscosidad de Newton, que, en definitiva, nos dice que dicha viscosidad amortiguará las tendencias turbulentas en el flujo.
Si se combina una baja viscosidad con una alta velocidad o grandes caudales de aire, el flujo deja de ser estable, convirtiéndose en turbulento.
El rebufo no es otra cosa que la sensación que se crea detrás de un vehículo que hace que tengamos que pisar menos el acelerador y gastar menos combustible.
- Un flujo turbulento o turbulencia: Se trata del flujo de aire frecuente, el que hace que se produzcan los accidentes.
En este tipo de comportamiento del aire las trayectorias de las capas son muy irregulares y se da un importante intercambio de movimiento entre los fluidos de estas, provocando una gran inestabilidad que, obviamente, afecta negativamente a los vehículos, sobre todo.
La capa límite
La capa límite es la zona de flujo de aire generada alrededor del vehículo. Las partículas más próximas, por rozamiento, se van a mover a la velocidad del vehículo. La siguiente capa, que ya no lo toca, va algo más despacio y así con cada una de ellas hasta que, finalmente, habrá una que no se vea afectada por la velocidad; aquí acaba la capa límite.
Los objetos aerodinámicos, que tienen formas redondeadas, no interfieren demasiado en el flujo del aire, creando un pequeño rebufo o flujo laminar.
Por el contrario, los objetos menos aerodinámicos, como lo es un camión, van a hacer que se produzca un gran desplazamiento de las líneas de corriente. Las líneas de flujo se generan y juntan abruptamente, dando lugar a torbellinos o turbulencias, separándose la capa límite de la que hablábamos.
Y aunque los rebufos pueden ser ligeros, no olvidemos que en los casos de vehículos como estos se van a generar torbellinos erráticos y los vehículos que circulan detrás recibirán fuerzas laterales muy impredecibles.
¿Has notado alguna vez la peligrosa acción de rubufos y turbulencias?
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